Al acueducto, que abastece la zona urbana del municipio de El Tambo, se le realiza mantenimiento cada mes o cada dos meses dependiendo del tiempo.
Acercarse a las instalaciones del acueducto es ver reflejada una historia de muchos anhelos pero también de sinsabores. Ahí se ve la labor de algunos burgomaestres que pasaron con la preocupación de que los ciudadanos tambeños tengan con qué abastecer la necesidad del agua “potable”. El primer esfuerzo, es decir, un tanque construido hace más de 53 años es el mejor porque se lo terminó como se debía. El tanque construido en anteriores administraciones (Helman, Carmenza, Jairo) resultó inacabado. Se lo dejó el piso en piedra lo que no permite un trabajo de limpiado óptimo y hasta el momento no ha existido autoridad que se preocupe por corregir el hecho (usualmente porque eso no se ve).
Otro anhelo frustado fue la planta de tratamiento que en su momento (Jairo) resultaría una bendición para el tratamiento del agua. Sin embargo, los ingenieros responsables (o mejor sería irresponsables?) de la obra no previeron que era una planta muy pequeña para el trabajo que debía cumplir. Así que cuando se visita el acueducto se observa parte de la obra abandonada.
De tal manera, que el servicio de acueducto no ha variado hace más de medio centenar de años. Han mejorado y eso gracias a las exigencias de salud pública en el tratamiento del agua a partir de químicos. Sin embargo, el tener un tratamiento óptimo del agua con una plata aún no ha llegado.
No en muchos años, se sentirá la necesidad de responder mejor a esta necesidad básica, especialmente por la creación de nuevos barrios, unos ya creados y otros que vienen en camino. El Tambo está en un crecimiento constante con más movimiento que en años anteriores y eso no debe ser ajeno para ninguna autoridad, de lo contrario quedará en deuda con la responsabilidad de su cargo.
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